Los Ángeles, la segunda ciudad más grande de Estados Unidos, dio un paso histórico al aprobar por unanimidad una ordenanza que declara a la ciudad como santuario para la migración.
Por Marisol Bartolo
La medida fue adoptada en un contexto político tenso, con la cercanía de la toma de posesión de Donald Trump como presidente el próximo 20 de enero, quien ha prometido implementar políticas de deportación masiva y ha nombrado a figuras clave de línea dura para reforzar su agenda migratoria.
La nueva ordenanza prohíbe el uso de recursos y personal de la ciudad para implementar las leyes federales relacionadas con la inmigración, lo que implica una defensa explícita de los derechos de los migrantes en un clima de creciente preocupación por las futuras políticas del gobierno federal, la medida busca proteger a los indocumentados que residen en Los Ángeles, una ciudad que alberga una de las comunidades más grandes de inmigrantes en el país.
El pasado miércoles, los concejales de Los Ángeles también aprobaron una cláusula de urgencia que acelerará la implementación de la medida, la cual entrará en vigor en un plazo de 10 días, una vez que la alcaldesa Karen Bass la promulgue. Esta declaración de santuario es parte de una resistencia más amplia que están llevando a cabo los gobiernos regionales liberales en el país, encabezados por el estado de California, contra las políticas migratorias de la administración de Trump.
La decisión fue rápidamente criticada por la filial local del Partido Republicano, que argumentó que la medida favorece a personas que han ingresado ilegalmente al país y que han cometido otros delitos. A pesar de estas críticas, la ciudad sigue firme en su postura, respaldada por una parte significativa de la población que aboga por la protección de los derechos de los inmigrantes.
