Apenas tres meses después de asumir el cargo, Barnier, designado por el presidente Emmanuel Macron para liderar el gobierno en medio de una Asamblea Nacional fragmentada, cayó ante una coalición inédita entre la izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP) y la ultraderecha de Agrupación Nacional (RN), encabezada por Marine Le Pen.
Por Marisol Bartolo
La moción de censura fue presentada por el NFP, que inicialmente rechazó la elección de Barnier. A pesar de la falta de una mayoría clara en la Asamblea, Macron optó por nombrar a Barnier, un veterano dirigente conservador, para apaciguar la polarización política. Esta elección fue recibida con descontento por el NFP, que esperaba que el presidente eligiera a uno de sus propios líderes como primer ministro.
La caída de Barnier marca un hito en la historia política reciente de Francia, siendo la primera vez en 62 años que una moción de censura triunfa en el país. La última vez que ocurrió algo similar fue en 1962, bajo la presidencia de Charles de Gaulle, cuando el gobierno de Georges Pompidou fue derrocado. En aquel entonces, Pompidou dimitió, pero de Gaulle lo volvió a nombrar para el cargo.
Michel Barnier, quien fue comisario europeo y uno de los negociadores clave del Brexit, parecía ser el candidato ideal para enfrentar la tormenta política que sacudía a Francia. A lo largo de sus primeras semanas en el cargo, Barnier logró calmar temporalmente las tensiones en la Asamblea Nacional, lo que fue denominado por algunos como el “efecto Barnier”. Sin embargo, la situación se desmoronó cuando presentó un plan de austeridad para reducir el déficit público, que incluía un recorte de 60.000 millones de euros.
El paquete de ahorro encontró oposición tanto de la izquierda como de la ultraderecha. A pesar de hacer concesiones a Marine Le Pen, como renunciar a una subida del precio de la electricidad, Barnier no logró los votos necesarios para aprobar el presupuesto. En respuesta, invocó el artículo 49.3 de la Constitución francesa para aprobarlo por decreto, lo que generó una nueva ola de críticas y derivó en la moción de censura.
El presidente Macron, cuyas políticas de gobierno han sido cada vez más impopulares, se enfrenta ahora a la necesidad de nombrar a un nuevo primer ministro en un contexto político altamente fragmentado. Desde su elección, la coalición de Macron ha perdido terreno, cayendo de los 350 escaños obtenidos en 2017 a solo 168, mientras que el NFP se ha consolidado como la fuerza más grande de la Asamblea Nacional.
Macron, cuyo mandato enfrenta un momento crítico, ha dejado claro que no contempla su dimisión. En una reciente declaración, expresó que cumplirá su mandato con dedicación y honrará la confianza del pueblo francés hasta el último día.