El alto el fuego, acordado entre Israel y Líbano, entró en vigor a las 4 de la mañana del miércoles, tras más de un año de intensos combates que afectaron tanto al sur de Líbano como al norte de Israel.
Por Marisol Bartolo
El acuerdo habría sido alcanzado tras la mediación de Estados Unidos y la aceptación de las partes involucradas, Israel y Líbano. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció el martes que ambas naciones habían dado su visto bueno a la propuesta estadounidense para detener las hostilidades.
El primer ministro libanés, Nayib Mikati, destacó la importancia de restaurar la confianza de los libaneses en el Estado y apoyó el despliegue del ejército en el sur, donde Hezbollah ha tenido una fuerte presencia. Sin esperar a la autorización de los militares, miles de habitantes de los suburbios sur de Beirut y del valle de Bekaa, bastiones de Hezbollah, comenzaron a regresar a sus hogares tras la entrada en vigor del alto el fuego.
En medio de la calma relativa, el ejército israelí anunció que restringiría los movimientos de la población en la zona sur durante la noche, subrayando que actuará frente a cualquier violación del acuerdo. Pocas horas después del inicio de la tregua, el ejército israelí bombardeó un “almacén de cohetes” de Hezbollah en el sur de Líbano, alegando que actividades sospechosas en la zona constituyeron una violación del alto el fuego. El ataque fue ejecutado por un avión de combate y tuvo como objetivo desarticular una amenaza que se consideraba de “actividad terrorista”.
Por su parte, Hezbollah, a través de un comunicado, celebró lo que consideró una victoria contra Israel y reiteró su disposición para continuar combatiendo. La milicia chiíta también honró a su líder Hassan Nasrallah, asesinado en septiembre en un ataque aéreo israelí, y ondeó las banderas amarillas del grupo mientras circulaban en moto por los suburbios de Beirut.