Descubren agujero negro supermasivo que desafía los límites de la teoría de Eddington en el universo temprano

Un equipo de científicos ha identificado un agujero negro supermasivo, denominado LID-568, que está creciendo a un ritmo nunca antes visto, cuestionando las teorías actuales sobre la velocidad de acumulación de materia en estos objetos cósmicos. El hallazgo, realizado gracias al telescopio James Webb y publicado en Nature Astronomy.

Por Mariana Hernández García

Publicado en Nature Astronomy, un equipo internacional de científicos ha hecho un hallazgo sorprendente que desafía nuestras teorías sobre los agujeros negros. En el corazón del universo primitivo, a tan solo 1.500 millones de años del Big Bang, se encuentra LID-568, un agujero negro supermasivo que está devorando materia a un ritmo vertiginoso, 40 veces más rápido de lo que se creía posible.

El hallazgo, descrito este lunes (4.11.2024) en la revista Nature Astronomy, ha sido posible gracias a las extraordinarias capacidades de observación infrarroja del telescopio James Webb. En concreto, los investigadores usaron el espectrógrafo de campo integral del instrumento NIRSpec del James Webb, que permite obtener una visión completa de su objetivo y de la región circundante, lo que condujo al inesperado descubrimiento de potentes flujos de gas alrededor del agujero negro central.

“Nunca habíamos visto algo así antes”, afirmó Hyewon Suh, investigadora principal del estudio. “LID-568 está creciendo tan rápido que está rompiendo todos los récords”.

El límite de Eddington, una teoría que establece la máxima velocidad a la que un agujero negro puede absorber materia, parece no aplicarse a LID-568. Este hallazgo plantea interrogantes fundamentales sobre cómo se forman y evolucionan estos objetos cósmicos tan masivos y cómo pueden crecer tan rápidamente en un universo relativamente joven.

Según lo publicado en Círculo informador (noviembre 4, 2024), cuando se calculó que la luminosidad de LID-568 era mucho mayor de lo teóricamente posible, los astrónomos supieron que sus datos contenían algo extraordinario. La mayoría de los agujeros negros del universo temprano detectados por el telescopio James Webb son muy débiles (o no son detectables) en rayos X, pero LID-569 llamó la atención por su alto brillo en rayos X.

Los resultados aportan nuevos conocimientos sobre la formación de agujeros negros supermasivos a partir de «semillas» de agujeros negros más pequeños, que, según las teorías actuales, surgen de la muerte de las primeras estrellas del Universo (semillas ligeras) o del colapso directo de nubes de gas (semillas pesadas).

«Este caso extremo demuestra que un mecanismo de alimentación rápida por encima del límite de Eddington es una de las posibles explicaciones de por qué vemos estos agujeros negros tan pesados ​​tan temprano en el universo», dice en declaraciones recogidas por la agencia Efe.

El límite de Eddington es una consecuencia natural del proceso de alimentación de los agujeros negros, indican desde el portal Science Alert. «Cuando un agujero negro acumula activamente grandes cantidades de material, este no cae directamente en el pozo gravitacional, sino que primero se arremolina como el agua en un desagüe, y solo el material del borde interior del disco cruza el horizonte hacia el agujero negro».

Desde el portal Science Alert indican que este hallazgo podría contribuir a entender el universo primitivo, pues hay evidencias que sugieren que los primeros agujeros negros supermasivos no se formaron a partir del colapso de estrellas tal y como las conocemos, sino a partir de estrellas enormes y grandes cúmulos de gas, que colapsaron directamente bajo la gravedad, informó DW Español (noviembre 4, 2024).

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